martes, 16 de enero de 2007

Respetuosos

Todo empezó hace diez mil años. Hasta ese momento los seres humanos se habían movido por la tierra como cualquier otra especie animal. Llegaban a un sitio, se alimentaban de lo que encontraban, dormían donde podían y cuando todo se agotaba se dirigían a otro sitio donde volver a repetir el ciclo… vamos, no muy distinto a las ardillas o los pájaros… Pues bien, allá por el 8.000 A.C, una serie de cambios climáticos además de que, a base de repetir el proceso una y otra vez, le acabamos pillando el truquillo a eso de las estaciones y las plantas, propiciaron que, de repente, nos planteáramos … tachàn : ¡plantar nosotros mismos lo que íbamos a comer después! El invento resultó un éxito: la población aumento, las comodidades también… todo un éxito, si señor. Y fue así como todo empezó. Desde ese momento, determinadas cosas pasaron a pertenecer a alguien. Antes las frutas eran de quien las cogía. Ahora yo-que-llevo-todo-un-puto-año-cuidando-de-este-árbol tengo derecho a comerme sus frutos… ¡sólo faltaría más!
Como, además, me sobran patatas de las que he plantado (no querrás que me coma los cien kilos que he recogido), voy a cambiárselos a alguien por unas zanahorias o, joder estaría genial, por unos huevos de esos bichos que mi vecino alimenta todos los días y que huelen fatal y chillan todas las mañanas con su ki-ki-ri-kiii. Segundo minipunto: así surge el comercio. Y con él las civilizaciones en el mediterráneo. Y con ellas la cultura clásica. Y con ella, nosotros.

Otro hito importante en la historia del mundo es la especialización en el trabajo. Nuestro amigo de las patatas, sólo producía aquello de lo que iba a alimentarse, con lo que iba a vestirse… etc. Pero era autosuficiente. Ahora nadie es autosuficiente. Imaginemos que alguien tuviera que vivir con de lo que produce diariamente. En mi caso, directamente, moriría de hambre. Otros beberían vacunas o, fallecerían escuálidos pero llenos de sabiduría matemática. Algún que otro informático se comería las teclas o los procedimientos que día a día implementa. Gracias a eso que se llama especialización del trabajo cada uno puede dedicarse a hacer lo que mejor sabe hacer (o al menos se supone que mejor sabe) y así optimizamos los resultados. Y, finalmente, gracias a la optimización, tenemos mejores vacunas, mejores profesores, mejores informáticos o mejores tipos-que-trabajan-en-publicidad-pero-que-nadie-sabe-qué-hacen. Finalmente, para agilizar el comercio y a la especialización surge el dinero.

Tercer punto importante: ¿Cómo vamos a producir? Me han contado que alguien a inventado una máquina que permite hilar el algodón y así no tener que hacerlo a mano. Además, podemos usar una movida que se llama ferrocarril para transportar lo que produzcamos y así abaratar el precio final… acaba de llegar la revolución industrial.

Ahora que vivimos en momentos anti-globalización-políticamente-correctos, cabe recordar que, el inventor de la hiladora mecánica (de una de ellas) tuvo que huir de Inglaterra y refugiarse en Francia porque, literalmente, le querían correr a gorrazos por ese invento malvado que iba a quitar trabajo a los que lo desempeñaban manualmente.
Por otra parte, durante el S XIX , cuando los países que antes eran compradores se convirtieron en vendedores y se abarataron los precios, los productores cerraron sus fronteras con aranceles e impuestos a los productos extranjeros…. ¿Os suena?

Otro día hablaré más en profundidad sobre la globalización. Ese fenómeno supuestamente nuevo que, lleva repitiéndose desde que el mundo es mundo y que tanto de que hablar da a los de siempre. A veces resulta útil a la hora de valorar las cosas, considerar que no siempre han sido así. Que todo lo que tenemos surge tras un proceso dialéctico de milenios. Que cuando proclamamos las bondades del “buen salvaje” pensemos dos veces lo que decimos y cómo lo decimos. Que miremos nuestro sillón de cuero, nuestro champú o nuestro televisor, que nos demos cuenta de lo bien que vivimos y seamos coherentes. Y respetuosos.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Estaria guay que a cada uno nos pagaran por saber hacer lo que mejor se nos da...

A mi me pagarian por hacer maletas minuciosas donde caben un monton de cosas y muy ordenaditas...

Fidelio dijo...

Bueno, oveja negra ... eso de las maletas es verdad ... Hay que admitirlo ...

sinclair dijo...

De acuerdo con la breve historia económica del mundo, aunque no me doy por aludida en lo de morir de hambre: Recuerda que aunque la economía está en casi todo, las matemáticas están en todo!! Ya encontraríamos alguna forma de alimentarnos, seguro!
Ánimo con los exámenes

Fidelio dijo...

... Efectivamente, tú encontrarías algo que hacer ... De todas formas siempre podríamos montar una editorial superchula de libros elegantes de poesia.

lopezsanchez dijo...

Je je!! Me sé de uno que ha estado haciendo sus deberes de historia de la economía. Ya verás, ya, cuando yo me ponga a soltar rollos sobre razonamiento y aprendizaje: os voy a poner de lógica difusa hasta las papas X-D

Volviendo al tema de tu post: totalmente de acuerdo. Ningún extremo es bueno. Es fácil satanizar la globalización desde nuestras bien protegiditas sociedades avanzadas ignorando que los aranceles y las subvenciones aplastan a las economías más débiles impidiéndolas crecer. Ahora, a mí que no me vendan la moto del modelo norteamericano. Aunque, bueno, ya discutiremos del tema, si acaso, con un par de copazos y a gritos en cualquier antro de consumo de música barata ;-)